El alcalde de Manacor por Més-ERC, Miquel Oliver, ha impedido que Vox colocase carpas informativas en las calles de Manacor cuatro veces.
Se puede concidir más o menos con las ideas que postula y defiende Vox pero mal que le pese al alcalde, y los suyos, Vox es un partido democrático legalmente constituido y, como tal, tiene exactamente los mismos derechos y obligaciones que el resto de partidos políticos.
Es inconcedible e inadmisible y demuestra su doble moral, su hipocresía y su cinismo que, el mismo alcalde que cuelga pancartas desde la casa consistorial reclamando libertad de expresión para delincuentes condenados por la justicia como Valtonyc o Pablo Hasél, impida esa misma libertad de expresión a quienes no piensan como el.
Pero es que además, se vanagloria y enrgullece de su acción represora: “Hacer pueblo también es hacer frente a la intolerancia y evitar que el odio ocupe espacios públicos, de todos y todas. Manacor es un municipio de derechos y de igualdad“.
¿Quién es el alcalde para arogarse unas funciones y unas competencias que son de la Justicia y de los jueces y decidir que ideología política fomenta la intolerancia y el odio? ¿Acaso para muchos de sus conciudadanos no será precisamente su partido separatista Més-ERC el que fomenta la intolerancia y el odio? ¿Cómo puede ser Miquel Oliver tan poco coherente para afirmar que Manacor es un municipio de derechos y al mismo tiempo negar a conciudadanos suyos un derecho fundamental como es el de expresarse libremente, y eso después de reclamar libertad de expresión para delincuente condenados como tales?
Se atribuye a Manuel Fraga Iribarne, una frase lanzada supuestamente en 1976 cuando era ministro de la gobernación en el gobierno de Arias Navarro: “La calle es mía”, dicen que exclamó Fraga en una charla telefónica con el entonces dirigente comunista Ramón Tamames.
Pues bien, según informaba el diario “Última Hora”, durante una concentración convocada en Manacor el 16 de febrero de este año (un día antes de que el alcalde decidiese colgar del balcón de la casa consistorial la pancarta reclamando libertad de expresión para Hasél i Valtònyc) se gritaron proclamas como «Las calles serán siempre nuestras», «No nos callarán, no pasarán» y otras.
Y he aquí la gran contradicción de la izquierda, extrema izquierda, separatistas y otras hierbas. Lo que critican como algo malo si lo hacen los que no son de su ideología (Fraga y su supuesta frase de “La calle es mía”) es bueno y lo defienden si lo hacen ellos (“Las calles serán siempre nuestras”).
Sea como sea lo que es cierto y seguro es que un alcalde, desde el mismo momento en que coge la vara de alcalde, debería de ser el alcalde de todos sus conciudadanos y no solamente de aquellos que lo han votado. Y eso, por desgracia, es exactamente lo contrario de lo que hace este alcalde sectario de Manacor que nos toca padecer.
Ahora le toca a Vox pero, ¿y mañana?. Mañana le puede tocar a cualquier otro partido político que no le caiga bien al alcalde de turno o a los suyos y eso ni es justo, ni es ético. La libertad es el máximo bien a proteger. Ayer, hoy y siempre.