Algunas emociones como la ansiedad, la ira, la tristeza o el aburrimiento pueden hacernos sentir la necesidad de comer de una forma incontrolada e impulsiva sin que exista una necesidad de «hambre real».

Normalmente, este tipo de conductas, se asocian a sentimientos negativos y se derivan de problemas emocionales que no somos capaces de gestionar convenientemente, por lo que la mejor forma de poder controlarlas es identificando los problemas que originan estos actos inadecuados.

Una vez detectado el origen o causa, se hará más fácil solucionarlos.

Algunos hábitos que podemos usar para ayudar a controlarnos ante los ataques de «hambre emocional», son estos:

  • Dedicar a las comidas principales por lo menos veinte minutos.
  • Masticar despacio.
  • Beber agua antes de las comidas, así como cada vez que nos venga la necesidad de comer. También podemos alternar el agua con infusiones, que además de saciarnos, nos ayudarán a relajarnos.
  • Practicar algún deporte.
  • Realizar técnicas de relajación.
  • Optar por alimentos más saludables, ya que normalmente, nos decantamos por aquellos productos con más azúcar y, por tanto, con un alto nivel calórico.
  • Planificar las comidas de forma semanal, para así evitar improvisar.
  • Aumentar el consumo de frutas y alimentos con fibra, para que nos hagan sentir más hartos.

Si con todos estos pasos, sin embargo, no somos capaces de controlarnos a nosotros mismos y esa ansiedad por comida se convierte en algo de tipo patológico, será el momento de ponernos en manos de profesionales (nutricionistas y psicólogos) para que nos ayuden a eliminar estos malos hábitos, que a la larga, pueden comportarnos complicaciones serias para nuestra salud.

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