La Joyería Ramón Llull, ubicada en la plaza de Sant Jaume de la ciudad de Manacor, es conocida por su larga tradición. Una tradición iniciada hace generaciones como maestros artesanos de joyería. Tanto es así que fueron escogidos por Majórica como sus joyeros, cuando Majórica estaba en su época de mayor apogeo.

Tres joyeros, de gran renombre, eran los dueños de esta joyería. Según ha podido averiguar Digital Manacor dos de los socios ya han fallecido y el tercero está jubilado, y la joyería pasó a manos del hijo de uno de los socios ya fallecidos.

El actual propietario tiene unos 50 años de edad y responde a las iniciales de J.A.P.C. Según nos cuentan es una persona muy educada, correcta y con buena presencia.

Es hasta cierto punto normal y frecuente coger joyas de oro que ya no se usan (pulsera de oro que te regalan los abuelos, medallas, etc.) y llevarlas a la joyería de confianza para que te las fundan y hagan una nueva joya. Y esta joyería, con su trabajo y buen hacer de muchos años, se había ganado la confianza de muchas familias de Manacor, e incluso de la comarca.

Modus operandi

Según ha podido averiguar Digital Manacor, una clienta llevó una serie de pequeñas joyas de oro para fundirlas. El joyero le diseñó un anillo de oro, con sus correspondientes piedras, muy bonito. Transcurrido el tiempo acordado la cliente fue a recogerlo y el resultado fue espectacular, como siempre que hacía sus trabajos este joyero.

La clienta encantada y satisfecha se fue con su anillo. Un anillo que no usaba mucho por que era demasiado elegante como para llevarlo a diario y lo tenía más bien para usarlo en ocasiones especiales. Pero las pocas veces que esta clienta lo fue usando el anillo se le fue pelando.

La clienta fue un día a la joyería para que se lo limpiasen y así fue cuando descubrió que estaba cerrada y que solo había un cartel que ponía que para encargos había que llamar a un número de teléfono, o enviar whatsapps.

Llamó y descubrió que el contestador ya estaba lleno de mensajes y no admitía ninguno más y que al enviar whatsapps ni tan siquiera salía el doble check ni, por supuesto, nadie respondía. Y entonces decidió ir a otra joyería, ubicada en el centro de Manacor, para ver si se lo podían limpiar y allí le dijeron que el anillo no era de oro. Ante su incredulidad, le dijeron que le harían la prueba delante de ella (se hace con un reactivo) y, efectivamente, la prueba certifico que era plata, plata que además era de mala calidad.

Resumiendo, el valor real sería de unos 15 euros y el hipotético precio, si fuése oro de verdad, sería de algo más de 1.000 euros. Sin duda una estafa en toda regla, presuntamente.

Lo más curioso del caso es que, al parecer, no era el primer caso de personas que al estar cerrada la joyería de la plaza de Sant Jaume acudían a esta otra joyería y era cuando se daban cuenta de que habían sido estafadas.

Perfil de las personas damnificadas

Por lo que ha podido averiguar Digital Manacor en su investigación, iniciada a principios de este mes, hay dos grandes tipos de personas afectadas por la presunta estafa llevada a cabo en esta joyería.

Por un lado estarían aquellas personas que han llevado joyas, relojes u otros elementos de oro a hacer arreglos o a reparar y que en vez de oro se haya utilizado plata o similares. Es decir, estaríamos ante un delito tipificado en el código penal como una estafa en toda regla.

Por otro lado estarían aquellas personas que han llevado joyas, relojes y otros objetos a reparar y que al ir a recogerlos se han encontrado con que la joyería está cerrada y, por tanto, no han podido recuperarlos. En este caso estaríamos ante un delito de apropiación indebida.

La denuncia es necesaria

Digital Manacor ha podido constatar que ya se han presentado un par de denuncias en la Comisaría de la Policía Nacional de Manacor, pero es altamente probable que sean muchas más las personas afectadas por presuntas estafas y apropiaciones indebidas que, presuntamente, se han podido cometer en dicha joyería.

Cumplimos con nuestro deber de informar y, sobretodo, ponemos sobreaviso a personas que quizás aún no sean conscientes de haber podido sufrir un delito.

Un delito que para que pueda ser perseguido por los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado y, posteriormente ser castigado por los jueces, ha de ser denunciado.

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