En Baleares sabemos leer el mar. Cuando se encrespa, no discutimos con las olas: trabajamos. Hoy el oleaje tiene nombre y cifras: la llegada de personas en patera se ha disparado un 77% en agosto, justo cuando el total de España cae cerca de un 30%. El tapón nacional se desatasca por nuestras calas. No hay épica de verano: hay recursos desbordados, alojamientos improvisados y servicios al límite.

No es una percepción: es saturación. Llegadas constantes, turnos policiales reventados y una presión por encima de la capacidad real de las islas. Un día parece anécdota; un mes revela tendencia; un año marca ruta: la vía argelina hacia Baleares crece y la occidental del Mediterráneo empuja.

Necesitamos una respuesta contundente del Gobierno. Lo que se está haciendo es insuficiente. No basta con gestos ni con pleitos en tribunales. Aunque la competencia autonómica sea limitada, también lo es la iniciativa política. Hace falta mando único, reglas claras y medios ahora, no discursos para pasado mañana.

Baleares no es un muelle infinito ni un depósito de personas. Lo humanitario exige orden; el orden decente exige recursos, procedimientos y cumplimiento.

La clave es actuar antes de que toquen costa. Cuatro pasos, sin rodeos:

  1. Tecnología eficaz. Drones marítimos y sensores en puntos críticos para anticipar salidas y reaccionar en minutos.
  2. Patrullas coordinadas. Guardia Civil, Salvamento y Armada con protocolos de interceptación ágiles y vigilancia nocturna sistemática.
  3. Acuerdos eficaces. Cooperación real con Argelia y países de tránsito: romper mafias, acelerar trámites y retornos con garantías. Europa debe poner músculo, no notas de prensa.
  4. Radares operativos y de largo alcance. Muchos permanecen cerrados o averiados cuando deberían ser la primera línea de defensa. Los sistemas modernos permiten detectar embarcaciones pequeñas a más de 10 kilómetros de la costa, incluso de noche o con mal tiempo. Con equipos de largo alcance, como los que ya utilizan otros países europeos, el aviso puede llegar hasta las 100 millas mar adentro, dando a Baleares un margen real de prevención y respuesta rápida.

Basta de eslóganes. Aquí no hay bandos morales: hay responsabilidades. Quien explota personas en el mar comete un crimen; quien gestiona sin control también falla. Toca actuar: retornar a todos los inmigrantes que han entrado de forma ilegal en nuestro país.

Ahora. Si el Gobierno central quiere evitar el colapso, que refuerce vigilancia, financie tecnología y envíe efectivos suficientes. Si el Govern quiere credibilidad, que coordine sin partidismo, con datos abiertos y resultados medibles cada semana.

En estas islas, que aman la libertad de caminar sin miedo, mantenemos la máxima: Libertas, sed cum ordine — libertad, sí; pero con orden y ley aplicada.

Nota aclaratoria

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