Congelar alimentos es una práctica muy común y efectiva para alargar la vida útil y evitar el desperdicio. Sin embargo, no todos los alimentos responden bien al proceso de congelación. Algunos pueden perder textura, sabor, o propiedades nutricionales, mientras que otros pueden alterarse de forma que los hace menos apetitosos o incluso inadecuados para el consumo.
A continuación hacemos una lista de algunos de los alimentos que es mejor evitar congelar:
- Alimentos con alto contenido de agua
Los alimentos como la lechuga, los pepinos, las sandías y los tomates pierden su textura original cuando se descongelan, ya que el agua que contiene forma como cristales de hielo que destruyen las células. Cuando se descongelan, se convierten en blandos y poco agradables en el paladar.
- Productos lácteos
Los yogures, las salsas con base de nata y algunos tipos de quesos (como el fresco o la ricotta) no congelan bien. A menudo se cortan o pierden su textura cremosa después de la descongelación, lo que afecta tanto al aspecto como al sabor.
- Huevos enteros con caparazón
Los huevos crudos con caparazón no deben congelarse, ya que el líquido en el interior se expande con el frío, haciendo que el caparazón se rompa. Además, esto puede provocar contaminación bacteriana. Los huevos cocidos tampoco son ideales para congelar, porque la textura de la yema se torna gomosa.
- Frutas y verduras que se consumen crudas
Las patatas, manzanas y peras son ejemplos de productos que pueden sufrir alteraciones en su textura cuando se congelan. Aunque pueden ser aptas para cocinar una vez descongeladas, no son ideales para consumir en crudo.
- Alimentos fritos
Los alimentos fritos, como las patatas fritas o los rebozados, pierden su textura crujiente después de la congelación. Cuando se descongelan, suelen quedar blandos y aceitosos.
- Salsas espesadas con almidón
Las salsas que contienen harina o almidón como espesante tienden a separarse durante la congelación, ocasionando una textura grumosa y poco uniforme.
- Pastas ya cocinadas
Las pastas ya cocinadas son demasiado blandas o incluso pegajosas cuando se congelan y se vuelven a calentar. Es mejor conservarlas en el frigorífico y consumirlas en pocos días.
- Pescados y mariscos crudos
Aunque muchos pescados y mariscos pueden congelarse, es mejor evitar congelar variedades grasas como el salmón fresco, ya que pueden desarrollar un sabor rancio si no se procesan correctamente.
- Café preparado o infusiones
El café ya hecho pierde su sabor y aroma característico después de la congelación. También puede adquirir un sabor metálico que le hace menos atractivo.